Si bien conectarse o no con los demás muchas veces tiene que ver con la química, en otras oportunidades, comunicarse con eficacia y hacerse entender puede trabajarse, aplicando una serie de habilidades empáticas brindadas por las Relaciones Públicas.
El relacionista público ayuda a crear un clima de trabajo agradable, practica la escucha activa, prestando atención al otro, y siendo comprensivo y considerado con quien viene a comunicar algo y quizás no sabe cómo hacerlo. Piensa en el prójimo, la verdadera empatía resulta de querer saber cómo se siente el otro realmente. Enseña cómo salir del “modo automático”, dejar atrás los prejuicios y las perspectivas egocéntricas de siempre.
En toda empresa se debe ser capaces de identificar las debilidades y fortalezas que se poseen en comunicación, saber quiénes somos y dónde estamos parados, son el primer paso para asentarse y crecer en el ámbito laboral.
Aquí es donde interviene el relacionista público, diagnosticando cada situación en detalle antes de pasar a la acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario